REFORMULAR EL SOCIALISMO DEMOCRÁTICO, por Pablo Arangüena, A Coruña
Hoy miércoles os dejo un interesante artículo de opinión del compañero Pablo Arangüena, miembro del COMITÉ NACIONAL del PSdG sobre el PSOE y nuestra próxima conferencia política. .»REFORMULAR EL SOCIALISMO DEMOCRÁTICO»
Vivimos tiempos extremadamente difíciles. El porcentaje de 27% de paro que padecemos en España tiene poco parangón en el mundo, con aproximadamente una quincena de excepciones entre las que se cuentan Afganistán, Camerún, Honduras, Bosnia-Herzegovina, Lesoto, Liberia, Nepal, Senegal, Suazilandia, Tayikistán, Turkmenistán, Yemen, Yibuti, Zambia y Zimbaue.
Siendo el paro el dato económico más grave por su implicación social, no deja de ser un indicador más entre muchos que nos dicen que nuestro modelo económico es un zombie que se mantiene caminando solo a base de inyecciones de liquidez del BCE, situación que se traduce en que hay tres millones de españoles en situación de pobreza severa y en que las diferencias sociales se agravan constantemente mientras los efectivos de la castigada clase media descienden día a día.
El propio FMI no estima que el desempleo comience a bajar en nuestro país hasta el año 2018 y con un 7% de déficit público que se resiste a bajar y una deuda pública que ronda ya el 100% del PIB es hora de afirmar que la política no puede seguir tratando de capear el temporal mientras se espera a que escampe y que no va a haber una mejora sostenible si no hay un cambio sustancial de política económica asociado a un cambio institucional paralelo.
En su reciente y celebrada obra Por qué fracasan los países, los economistas Acemiglu y Robinson argumentan que son las instituciones inclusivas -entendiendo por tales aquellas caracterizadas por ofrecer cauces y estímulos a toda la sociedad para participar en la creación de riqueza y en el ejercicio del poder- las que propician el éxito o el fracaso económico. Esas instituciones inclusivas combinan la libertad (individual y económica) con la solidaridad en forma de estados eficientes que crean redes de seguridad colectivas frente a los crecientes riesgos de la sociedad global, y todo ello con niveles de democracia efectiva (checks and balances) que permiten evitar que un grupo monopolice el poder y la riqueza en detrimento del resto. Desde esta perspectiva, parece francamente difícil definir las actuales instituciones españolas como inclusivas.
Por ahí deberían ir los tiros de la Conferencia Política que se va a celebrar a partir del 8 de noviembre. No podemos contentarnos con repetir mantras vacíos de contenido ni fórmulas que son, en parte, las que nos han llevado a donde estamos. El socialismo democrático no puede limitarse a decir que quiere mantener la situación inmutable sin explicar cómo y con qué recursos y en qué condiciones se sale del laberinto económico en el que nos hemos metido. Es más necesario que nunca concretar qué cambios permitirán corregir la implosión de nuestro entramado institucional y evitar la repetición constante de los errores del pasado, incluyendo los clamorosos fallos de supervisión y planificación de nuestras instituciones, el grave y crónico problema del fraude fiscal, la ausencia de reformas estructurales (administraciones públicas, energía, educación, justicia, política industrial…) largo tiempo postergadas, la práctica impunidad de la corrupción política y económica, la destrucción del medio ambiente y el grave despilfarro de recursos públicos escasos.
Solo si la Conferencia Política sirve para plantear respuestas a estos problemas podremos decir que ha servido para algo. Crucemos los dedos para que así sea y esperemos que sea solo la primera piedra de un proceso de reformulación ideológica que debería tener carácter permanente e intenso para adaptarse a los vertiginosos cambios que nos ha tocado vivir.