Manifiesto del PSOE con motivo del 9 de mayo, Día de Europa
Otra Europa es posible
Madrid, 8 de mayo de 2013.- Cuando se cumplen 63 años de la histórica Declaración Schuman, que simboliza el arranque del proyecto compartido que nos ha permitido disfrutar del espacio de paz y prosperidad más largo de nuestra historia, la Unión Europea (UE) y el sentimiento europeísta viven probablemente uno de sus momentos más bajos.
Especialmente alarmantes son los datos del Eurobarómetro que indican que nuestro país, tradicionalmente europeísta, es con diferencia donde más en picado ha caído la confianza en el proyecto europeo desde el inicio de la crisis, sembrando el terreno de un preocupante sentimiento euroescéptico y pesimista.
Por ello, con motivo de la celebración del Día de Europa, símbolo de nuestra Unión, el PSOE quiere enviar a la sociedad un mensaje que sirva de revulsivo, que dé pie de nuevo a la esperanza y a la confianza en la construcción europea, y que permita dar un giro y acabar con la imagen negativa que la UE se ha ganado a fuerza de equivocaciones.
Los socialistas españoles –como el conjunto de los socialistas europeos– estamos plenamente convencidos de que otra Europa es posible, de que existe otro camino para salir de la crisis, y de que este creciente desapego ciudadano hacia las instituciones europeas, fruto y consecuencia del error de las políticas de la actual mayoría conservadora son la señal de alerta de que las cosas deben cambiar.
El malestar ciudadano está justificado ante una Unión que hoy, desde la derecha, antepone los intereses de los mercados a los de las personas, exige ajustes que acaban por estrangular nuestro crecimiento, y parece inmutable ante el drama del desempleo que afecta a millones de personas en toda la UE.
Una Europa que hoy día no es capaz de ofrecer una respuesta a las generaciones más jóvenes, que están padeciendo índices de paro desorbitados, y que sienten cada vez más lejano y ajeno el propio proyecto europeo. Nuestra Unión tiene la obligación moral de evitar una generación perdida y no puede seguir racaneando esfuerzos en la aplicación de la Garantía Juvenil, o recortando presupuestos en el terreno educativo –y en programas como Erasmus– verdadera inversión en nuestro futuro.
Una Europa de la derecha que está contribuyendo a abrir nuevas brechas sociales en el interior de nuestros países, y entre unos países y otros.
Una Europa enfrentada en donde, a partir de la utilización miope de estereotipos y prejuicios, se está abonando el terreno para que movimientos euroescépticos, si no abiertamente antieuropeos, nacionalistas y de extrema derecha, resurjan con fuerza por todo el continente.
Una Europa que parece empeñada en alejarse de sus hijos e hijas, que corre el riesgo de añadir a la fractura económica una fractura en la propia idea de Europa difícilmente reparable, y que no parece entender que el proyecto europeo no tiene sentido si no es realizado por y para los ciudadanos.
Una Europa ofuscada en la austeridad que debe corregir, de una vez por todas, su rumbo equivocado y apostar decididamente por una política efectiva de estímulo al crecimiento y al empleo; por la unidad frente a la división, avanzando en una verdadera integración económica, fiscal y social; y por dotar al proyecto europeo de una dimensión democrática renovada en todos sus niveles que permita avanzar hacia la unión política.
Por todo ello, porque no es culpa de Europa sino del actual dominio de la visión conservadora, el PSOE insiste en la importancia histórica de las próximas elecciones europeas que habrán de celebrarse en poco más de un año.
Es sin duda la cita con las urnas más decisiva de la historia de la Unión pues de ellas, de la expresión directa de la voluntad de una ciudadanía de más de 500 millones, saldrá la composición del Parlamento Europeo más poderoso e influyente, que tendrá la capacidad de ejercer de contrapeso al predominio actual de las políticas austericidas y avanzar en la Europa social y ciudadana. Es imprescindible, y está en manos de todas y todos, que ese Parlamento cuente con una mayoría progresista que le permita actuar como garante de los derechos y libertades de todos los europeos, en favor de una Europa cohesionada y de progreso compartido.
Para ello, los socialistas europeos vamos a concurrir en las próximas elecciones con un mismo proyecto, defendido desde Dublín hasta Varsovia, desde Helsinki hasta Madrid, y con un candidato común a Presidente de la Comisión. El Partido Socialista Europeo y todos los partidos que lo integramos nos vamos a volcar en los próximos meses para trasladar a la ciudadanía que existe otro camino, que hay otra salida a la crisis que no pasa por dinamitar el estado de bienestar que hemos construido con esfuerzo en las últimas décadas, que hay esperanza porque otra Europa es posible.
La fuerza del sentimiento europeísta del PSOE, seña de nuestra identidad política, permanece intacta, pero está ligada a los valores que hicieron y hacen del proyecto europeo un motivo de admiración en el mundo: democracia, paz, libertad, justicia social, progreso, y hoy más que nunca, solidaridad.