Art 16,3 de la Constitución: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal”
Un elemento básico para el desarrollo personal en toda sociedad es la libertad; empezando por la libertad de conciencia, sin dogmas impuestos o creencias que condicionen nuestra vida.
El laicismo, no es un sentimiento anticlerical, es una concepción de vida que se basa en la libertad del individuo, en la elección personal de su plan de vida.
Ser libres supone no tener que rendir pleitesía a dogma o estereotipo alguno. Ser libres es poder optar en la elección de nuestra forma de vivir, desarrollarse plenamente en convivencia con respeto a los demás y a uno mismo.
El Estado no tiene que apoyar, ni estar sujeto ni sometido, ni directa ni indirectamente, a confesión religiosa alguna por muy histórica que ésta sea. Los acuerdos y concordatos de privilegios se han de erradicar. La libertad del Estado ha de permitir a los ciudadanos no verse sujetos a credos impuestos y, sobre todo, sin haber expresado voluntad de ello.
La educación debe ser libre, gratuita, universal y de calidad; garantizando una convivencia sin sometimientos y sin sectarismo. Laicidad para la libertad.
En la próxima reforma constitucional es urgente incorporar el laicismo como un criterio central, como un valor junto a la libertad, la justicia y la solidaridad. Un nuevo modelo social e institucional en España en el que la libertad y la laicidad sean protagonistas.